BASKETZARAGOZA.NET Que todos llevamos un niño dentro es un hecho incontestable. Se suele demostrar cuando Papá Noel o los Reyes Magos llegan puntuales cada Navidad. Otras veces, eso sucede en el momento menos esperado. Eso es exactamente lo que ha sucedido este domingo con la plantilla del CAI Zaragoza en el Parque de Atracciones de la capital aragonesa.
Basket Zaragoza ha celebrado el inicio de la temporada con los más pequeños de sus seguidores, los pequeabonados de la marea roja, invitándolos a pasar una mañana de diversión en el Parque de Atracciones de la capital aragonesa. Y si los más de 300 pequeabonados del CAI Zaragoza han podido disfrutar esta mañana de una jornada de diversión, la plantilla y cuerpo técnico no se han quedado atrás.
A las 12 de la mañana llegaban puntuales jugadores y técnicos. Saludos, firma de autógrafos, y bienvenida al recinto. Al principio, todos estaban un poco tímidos, como paralizados por lo novedoso de la experiencia y por el natural recelo infantil a acceder a sus ídolos, siempre alejados en la pista pero hoy cercanos en las atracciones.
El cuerpo técnico y la plantilla se han "echado a la espalda" la actividad y han roto el fuego en la primera atracción, el Laberinto-Espejo. Niños y grandes, nunca mejor dicho, todos a la vez. Lo más complicado para un espejo es sin duda hacer más alto a Hettsheimeir o engordar a un tipo delgado como Almazán. Las risas y las bromas solamente habían hecho que comenzar. Hasta Link, la mascota del CAI Zaragoza se sumó a la fiesta.
Los jugadores llevaban la batuta de juego. Casi eran ellos quienes tenían que incentivar a los niños para que se montasen con ellos. Para eso había dos bases, Van Rossom y Cabezas para dirigir el juego en una pista de atracciones.
La montaña rusa elevó las pulsaciones. Los niños compartían vagón con Bracey Wright o Pablo Almazán. Alguno incluso llego a sentarse en el "banquillo" con José Luis Abós para experimentar las sensaciones del Río Navajo.
Pero no todos jugadores nadaban como pez en el agua. Hettsheimeir o Archibald estaban reticentes sin una canasta que les diera la referencia real de su ubicación, allí donde ellos controlan las alturas. Al contrario que Jon Stefansson, Chad Toppert o Jacob Burtschi, inseparables durante toda la mañana, y que no se quedaron sin anotar en ninguna atracción.
Con la confianza entre pequeabonados y cuerpo técnico y jugadores, algún niño "obligó" al técnico Abós a que se montará en el enigmático Ramsés. El equipo decidió montarse por completo en esta atracción, pero cuando intentaron gastarle una broma a su capitán, Rafa se había escabullido y "se fue a vestuarios".
La experiencia para los pequeabonados será inolvidable por lo singular de la acción. Como para los jugadores del CAI Zaragoza quienes, a buen seguro, recordarán dónde sacaron al niño que llevaban dentro por última vez.
Reportaje gráfico David Hernández.