Desde Benasque para la página web del club, todos los días desde el 24 de junio al 1 de julio os contaremos cómo está yendo nuestra estancia en el Campus del CAI Zaragoza.
BASKETZARAGOZA.NET Se acabó el campus de Benasque. Se terminaron los entrenamientos en los que empapábamos la camiseta, los juegos en el verde y fresco campo de fútbol, los desayunos con los ojos todavía hinchados por el sueño, y las veladas en las que pequeños y mayores nos juntábamos sacando nuestras mejores habilidades. Pero sobre todo, se ha terminado una semana de vivencias, amistades y experiencias que serán irrepetibles pero siempre permanecerán en nuestro recuerdo.
Las últimas horas han estado marcadas por la melancolía y la tristeza, pero durante la mañana hemos podido poner la guinda al pastel que ha sido este campus gracias al entrenamiento compartido con el Campeón del Mundo Carlos Cabezas. El base malagueño ha jugado con todos nosotros, ha anotado, ha asistido, nos ha dado indicaciones y ha disfrutado tanto como nosotros sobre la pista.
Además, ha compartido con nosotros su reciente experiencia en Estados Unidos y ha respondido a todas nuestras preguntas en una improvisada rueda de prensa. Cabezas nos ha dado consejos, especialmente la importancia de hacer caso a nuestros entrenadores en los años de formación, e incluso nos ha explicado cosas que no sabíamos, como que los jugadores de baloncesto no pueden montar en moto o esquiar.
Para terminar de redondear la mañana, el jugador ha firmado decenas de autógrafos en camisetas, balones, e incluso zapatillas, además de hacerse fotos con todos nosotros. Una experiencia que muchos de nosotros no olvidaremos nunca.
Ya de vuelta en la residencia, después de recoger y tras entregar los premios y reconocimientos a los ganadores de los concursos y a los jugadores más destacados por su actitud, han comenzado a caer las primeras lágrimas con un pequeño reconocimiento que los monitores han ofrecido al director del campus, Benito Doblado. A partir de ahí, se ha abierto la veda y pequeños y grandes, quien más y quien menos, por sensibilidad o por contagio, ha derramado lágrimas.
No obstante, el sentimiento de tristeza se ha endulzado un poco al llegar a Zaragoza donde nuestros padres nos estaban esperando para recibirnos con los brazos abiertos y poder contarles todo lo que hemos vivido durante estos días. Gracias a todos los chicos, chicas, monitores y monitoras por hacerlo posible.