BASKETZARAGOZA.NET Han pasado algo más de ocho meses desde que el 4 de mayo de 2013 Henk Norel cayera lesionado sobre el parqué del pabellón Príncipe Felipe. El triunfo ante Manresa (89-62) quedaba empañado por el silencio que se hizo en la cancha cuando el ‘25’ del CAI Zaragoza cayó fulminado. Aún hoy aquel instante sigue grabado en la retina de muchos seguidores. “Nos dejó muy tocados a todos”, ha llegado a afirmar el presidente del CAI Zaragoza, Reynaldo Benito, recordando ese momento como el peor dentro del exitoso 2013.
Desde la web del club y para todos los seguidores rojillos, Norel ha querido repasar lo que han sido estos meses y compartir sus sensaciones de estos 261 días de ausencia en una pista de basket, con la luz y los taquígrafos de un partido oficial. Acabada ya la recuperación, la disputa de sus primeros minutos está al alcance de la mano tras entrar en la convocatoria de Eurocup ante Cedevita.
Y es que cuando todo iba con el viento a favor, uno de los estandartes del CAI Zaragoza 2012-2013, sufría la misma dolencia que ya había tenido en el Joventut de Badalona: “Al principio no lo podía creer y no lo podía aceptar. Estaba hundido. Cuando me dijeron que tenía la rodilla rota comencé a llorar y pensé que no volvería a jugar, pero eso solo fue el primer día”, recuerda todavía emocionado. A partir de ahí, una carrera de fondo en soledad: “No fue tanto así durante el playoff, porque tienes el ánimo del club, de tus compañeros y del público, pero sí luego, durante el verano. Ahí te das cuenta de que es una lesión que ya has vivido. Fue un momento duro en lo personal”, recuerda.
Norel respondía al aluvión de cariño recibido desde su cuenta de twitter: “Muchas gracias a todos por vuestras muestras de cariño. Me siento muy feliz por el ánimo que me dais […] Ahora sólo pienso en ver al #CAIZaragoza en Europa #AúpaCAI", escribía.
Tras el diagnóstico, la operación y el inicio de un sendero solitario jalonado por un pequeño oasis de felicidad, su boda: “Hubo un paréntesis con la boda porque me olvidé de todo un poco. Después ya comencé a trabajar con más ganas, con energías y fuerza porque ya sabía lo que tocaba. Mi profesión es jugar al baloncesto y por eso he trabajado todo el tiempo al máximo”, confiesa.
Ni viaje de novios ni vacaciones al uso. Vitoria, Madrid y unos días a orillas del Cantábrico marcaban su recuperación tras la intervención. Largas jornadas de gimnasio y camilla eran sus compañeras de viaje. La soledad del corredor de fondo. Ese era el cuaderno de ruta para los próximos meses. Conseguirlo era una obsesión y un reto: “Puedo volver a jugar al mismo nivel y dar mucha guerra en la pista”, declaró entonces en la rueda de prensa ofrecida tras su lesión.
Pasado el verano, arrancaba la campaña 2013-2014. La pretemporada de Henk Norel no iba a ser la misma que la del resto de la plantilla. Su regreso no tenía fecha y el calendario le tenía deparadas otras citas. En Vielha tuvo el mejor regalo posible. Coincidiendo con su 26 cumpleaños Norel comenzaba a trotar. Sus pequeñas carreras suponían el comienzo de un gran paso para el caísmo.
Sin embargo, pese a ese pequeño gran comienzo la meta no se otea en el horizonte: “Estás con el equipo pero no te sientes parte de él. Trabajaba con Isaac -preparador físico- muchas horas. Ver los partidos me ayudaba, así como la gente animándome y preguntándome por la calle que cuándo volvería. Parece que mayo está ahí, pero viviendo esto dura mucho. A veces te levantas y te sientes mejor, a veces peor. Tienes que vivir con esas sensaciones pero ha sido un tiempo muy largo”, lamenta.
"Al principio lo más duro fue el aspecto mental", reconoce el holandés. "Físicamente trabajar no me importa. Sí me daba rabia que algunos movimientos que antes hacía sin pensar ahora los pienso. Es como empezar de nuevo a defender, a coger rebotes…”. Duras sensaciones, especialmente tras la envidiable trayectoria que estaba firmando hasta aquel fatídico 4 de mayo. “Es cierto que estaba en el mejor momento de mi vida profesional, pero tengo que tener paciencia. Sé que al principio no voy a estar a ese nivel, pero poco a poco voy a conseguir llegar a él e incluso mejorarlo”, anticipa con plena convicción.
Y en todo este tiempo, en cada paso, en cada pequeño avance, un bastión importante que con total abnegación ha hecho que el camino fuera menos arduo. Emocionado, Norel no deja ni acabar de formular la pregunta para identificarlo: “Mi mujer. Ha dejado el viaje de novios, ha estado todo el verano en España trabajando conmigo, ha dejado de estar con su familia, con la mía... con nuestra familia. Ella es quien ha sido positiva diciéndome que pronto volvería y que iba a estar bien”, se sincera.
Sin embargo, el pívot tampoco quiere olvidarse de otros compañeros de viaje durante este retorno y muestra su particular agradecimiento al CAI Zaragoza y a todo el apoyo recibido en estos meses: “El club me ha dado toda la confianza y toda la tranquilidad. No me ha dicho tienes que volver en Navidad o para Reyes, no. Me dijeron vuelve cuando estés preparado”, asegura.
Tampoco le ha faltado el apoyo y el coraje de los aficionados, bien a través de las redes sociales o bien desde la grada: “Muchos me han preguntado, pero no he podido responderles cuándo volvía porque ni siquiera yo lo sabía. También ha sido impresionante que los Inchas digan mi nombre en el minuto 25 de cada partido y que la gente respondiera aplaudiendo”, explica acerca de lo que ya se ha convertido en una tradición en el Felipe. Y es que aunque apenas hay 3 o 4 metros de su posición en el rincón de los ausentes al banquillo, han sido muchos kilómetros los que le han separado de sentirse profesional. “Todo es diferente cuando estás en el banquillo: haces la charla y comienzas a sentirte más jugador aunque no disputes el partido”.
En el encuentro de Eurocup ante el Cedevita, Henk dio un paso más en su retorno. Volvió a sentir apoyo de la grada en su primera presentación de la temporada. Tras todo este tiempo, el pívot rojillo confiesa que valora las cosas de manera diferente: “Que la gente me aplauda y estuviera contenta porque volviera me da más ganas de ayudar al equipo a ganar partidos. Pero han cambiado cosas. Valoras mucho más todo. Hay muy poca gente para la que su trabajo es lo que más le gusta y en mi caso es el basket. Por eso es algo especial”, dice.
Y aunque parezca extraño tras todo el calvario que ha sufrido con la lesión, Henk no ha pensado demasiado en cómo serán sus primeros momentos sobre la pista. Su pasión y competitividad hace que la vertiente deportiva se apodere de las sensaciones, poco más puede decir: “Estaré contento pero pasará rápidamente porque cuando estoy en el banquillo solo pienso en salir y en jugar. Será como si no hubiese pasado nada y solo me preocupará contra quién juego, cómo defender, dónde lo puedo atacar y cómo ayudar al equipo a ganar. Al principio será raro pero se olvida rápido”, concluye Henk dando una muestra más de su entrega y ética del trabajo, esa que le ha llevado a descontar las horas de su reloj hasta volver a hacer lo que más le gusta.