BASKETZARAGOZA.NET En el baloncesto actual, la vorágine de partidos y competiciones en las que se ven envueltos los equipos y los jugadores hace habitual que muchos jugadores se reencuentren con excompañeros en los diferentes desplazamientos. Compañeros de fatigas, amigos y por encima de todo, lugares llenos de mística y que siempre guardan algo de su pasado, de su historia. El domingo, Jason Michael Robinson volverá a una ciudad fría y húmeda que sin embargo le guarda mucho calor. No será su Seattle natal, sino Donosti; otra de sus casas, una ciudad de similares características en la que se reencontró con sí mismo.

Hubo un tiempo en el que Jason Robinson pensó en la retirada. Para un trotamundos del baloncesto como él el desgaste no solo físico sino también mental no pasa en balde. Tras seis temporadas entre Portugal y Corea, así como en categorías LEB de la mano del Huesca La Magia, el Aguas de Gandía y el Melilla, al alero del Washington de la 'West Coast' le llegó la oportunidad de competir por fin en ACB. Las dos campañas en el Blancos de Rueda Valladolid se saldaron con buenas actuaciones y medias por encima de los 10 puntos por encuentro que sin embargo no podían esconder la convulsa situación pucelana como reconocía a ACB.COM: “Esa temporada en Valladolid fue algo dura, porque pasaron muchas cosas dentro del equipo, el entrenador cambió y los jugadores también, lo que hizo que fuese duro”.

Circunstancias que hicieron que a los 32 años y llegado a Argentina, el exterior formado en la Universidad de Buffalo meditase ya la retirada. La prematura eliminación del Gimnasia Indalo en los playoffs de la LNB podía haber acelerado el adiós, pero surgió la oportunidad de regresar a España para terminar la temporada con el Valencia Basket. Paradójicamente, el CAI Zaragoza puso fin a la prórroga que se había dado Robinson. El conjunto aragonés pudo haberlo precipitado todo, pero no fue así.

Los motivos por los que el veterano jugador se reenganchó al baloncesto podrían resumirse en dos: familia y Gipuzkoa Basket. Tras un tiempo de reflexión en casa, la oferta del GBC y la pasión por el deporte de la pelota naranja hicieron el resto: “Al volver a casa, hablar con mi familia, pasar tiempo con mi madre, mi padre, mis hermanos y hermanas, reconecté mi mente. He reencontrado el amor por el juego y estoy feliz, ahora. Sonrío mucho sobre la pista”, reconocía a la liga. Una sonrisa que no tardó en contagiar a toda la capital guipuzcoana. Desde el primer momento Robinson se erigió en el líder del mejor Gipuzkoa Basket de los últimos años. Destapado como gran anotador, liderando la clasificación varias jornadas para acabar finalmente segundo (16.5), 'Jay' empujó al conjunto donostiarra a luchar y tocar con la punta de los dedos objetivos como la Copa del Rey y los playoff. Numerosos partidos por encima de los 20 puntos, una designación como Jugador de la Jornada gracias a sus 34 puntos frente al F.C. Barcelona y, sobre todo, el derroche, la entrega y el liderazgo puestos al servicio de un club, han hecho que el experimentado exterior se ganase un hueco en los corazones de la hinchada vasca.

A buen seguro, el domingo Robinson se llevará una grandísima y cerrada ovación del público del San Sebastián Arena, pero el de Seattle no se conforma con eso y espera también hacerse con algo más material pero también simbólico: el billete para la Copa del Rey de Gran Canaria. Una competición que no vuelve a disfrutar desde su primer año en Valladolid. Solo fue un partido, sí, pero la Copa es una competición mágica y Jason no quiere esperar más para volver a probar sus mieles.

Reportaje gráfico: Gipuzkoa Basket y Basket CAI Zaragoza