Pocas personas conocen el baloncesto femenino aragonés con la profundidad de Arantxa Calvo. Nuestra speaker, histórica del basket, además conoció como pocas personas a Pilar Valero. Como jugadora, como persona, como amiga. Con motivo del homenaje a Pilar, en el que se retiró su camiseta, Arantxa comparte estas líneas con todos los amantes de nuestro deporte:
NUNCA UNA NUEVA PILAR
En algún momento, el baloncesto aragonés se dividió en dos eras: antes y después de Pilar Valero. El baloncesto femenino en nuestra ciudad empujaba y se empezaba a atisbar ya en los patios de nuestros colegios. Esa expansión pedía a gritos una elegida, una jugadora aragonesa portentosa, nunca vista, destinada a provocar el inicio de muchas de nosotras. O sea, Pilar.
Abundaron estrellas antes y después de Pilar, pero la gran divisoria del baloncesto femenino aragonés la marcó ella. Irrumpió en un momento de cambio, cuando las comunicaciones comenzaron a estrechar el mundo y la imagen se empeñó en competir con la palabra.
Pilar Valero carismática, de eterna sonrisa, con una icónica imagen dentro de una pista de baloncesto. Su gran altura siempre estuvo por encima de su 1,80, personalidad atípica entre jugadoras del más alto nivel.
Es inolvidable esa estampa que parecía una postal de baloncesto y la fuerza de su carisma, que atraía las miradas incluso cuando no tocaba la pelota. Mi sensación cuando tenía la pelota es que a ese cuerpo ligero, espigado y ágil lo habían fabricado para jugar a este deporte. Corría con la elegancia de un cervatillo y la convicción de una leona. La cabeza siempre levantada, el paso alado como si pisara aire en lugar de tierra, una carrera incontenible que parecía apuntar al horizonte. Ella la jugadora total, una persona total. Una John Lennon que revolucionó al baloncesto, como los Beatles la música. Era la imagen de alguien distinta. Diferente. La imagen de la que siempre aplicó la filosofía de divertirse sobre la pista y ser capaz de lo que otros no consiguen.
Nadie en la historia de nuestro deporte ha conjugado con tanto éxito su carrera de jugadora como la de su vida fuera del mismo. Nadie con tanta fuerza para convertir el ser buena persona en una cultura.
Siempre un ciclón que había depurado todo su talento hasta convertirse en un manual de humanidad, sin abandonar por un minuto su condición de elegida, destinada a marcar un antes y un después que permanecería para siempre en el baloncesto y en nuestro corazón: antes y después de Pilar Valero. Nunca una nueva Pilar.
Arantxa Calvo